Conozcamos el Iguanodon

Iguanodon fue un robusto herbívoro que podía alternar entre las marchas bípeda y cuadrúpeda.Se ha estimado que los adultos de la especie mejor conocida, I. bernissartensis, pesaban un promedio de 3 tonelada y medían cerca de 10 metros de largo,

pudiendo alcanzar en algunos casos los 13 metros.Otras especies no eran tan grandes, el igualmente robusto I. dawsoni se estima en 8 metros de largo, y su contemporáneo más ligero, I. fittoni, en 6 metros.

La espina dorsal y la cola estaban reforzadas y rigificadas por tendones osificados cilíndricos, que se omiten generalmente de los montajes y de los dibujos esqueléticos.En general, su aspecto y estructura del cuerpo no difería de los posteriores hadrosáuridos.

Cráneo
Cranéo de Iguanodon del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford.Este género tenía un cráneo grande, alto pero estrecho, con un desdentado pico cubierto probablemente con queratina, y los dientes como los de una iguana, pero mucho más grandes y juntos en paquetes.[1] El cráneo estaba estructurado de tal manera que cuando cerraba la mandíbula, los maxilares (huesos del cráneo que sostienen los dientes superiores) se arqueaban hacia fuera. Esto causaría que las superficies más bajas de los dientes superiores frotaran contra la superficie superior de los dientes de la mandíbula, moliendo cualquier cosa entre ellos y proporcionando una acción equivalente a la masticación de los mamíferos.[5] Debido a que los dientes siempre eran sustituidos, el animal habría podido utilizar este mecanismo toda su vida, y podría comer material vegetal resistente.[6] Por otro lado, la parte frontal del hocico era desdentada, y estaría probablemete cubierta por un pico córneo, apto para arrancar ramitas y brotes,[7] ubicado sobre los huesos premaxilar (en el cráneo) y predentario (en la mandíbula), cada uno de los cuales formaba una punta arqueada rugosa que le servirían de base.

Los iguanodontes poseían un robusto aparato masticador, dotado con la dentición típica de un reptil herbívoro.[8] El mismo Mantell notó que los restos con los que trabajaba eran distintos a los de cualquier reptil moderno, especialmente en la mandíbula inferior con una sínfisis en forma de cuchara, que comparó con el perezoso de dos dedos y el extinto perezoso terrestre Mylodon. Mantell sugirió que los iguanodontes habrían tenido una lengua prensil que podrían utilizar para recolectar el alimento, como las jirafas actuales. Restos más completos que los estudiados por Mantell han demostrado que esto no podía ser correcto; así el hueso hioides de Iguanodon, en el que se insertan músculos de la lengua, tenía una estructura robusta, implicando una lengua muy musculosa, no prensil, incapaz para realizar los movimientos sugeridos. [10] La idea de la lengua prensil ha sido atribuida erróneamente a Dollo.

Los iguanodontes tenían un único diente de reemplazo por cada pieza dentaria en uso, a diferencia de los hadrosáuridos, que tenían varias filas de dientes de reemplazo. Poseían 29 dientes en cada maxilar (58 dientes superiores), y 25 en cada dentario (50 dientes inferiores), mientras que en el premaxilar y el predentario, que formaban el «pico», no poseían ninguno. El mayor número de dientes superiores se compensa con una mayor longitud de los dientes de la mandíbula, lo que permitía la oclusión de las filas dentales en toda su longitud, necesaria para la masticación eficaz.Debido ciertos detalles anatómicos y a la profunda inserción de los dientes desde el exterior de las mandíbulas se supone que, al igual que la mayoría de los demás ornitisquios, los iguanodontes tenían algún tipo de estructura similar a la mejilla, muscular o no, para conservar el alimento en la boca durante la masticación.

Extremidades
Una mano de Iguanodon mostrada en Bruselas; con el dedo prensil extendido.Las piernas eran poderosas, pero no aptas para la carrera, y tenían tres dedos en cada pie.

Los brazos eran largos, hasta 75% de la longitud de las piernas en I. bernissartensis y robustos,[3] con las manos poco flexibles construidas de modo que los tres dedos centrales (dedos II, III y IV) pudieran soportar el peso en posición cuadrúpeda.El dedo meñique (dedo V) era alargado y flexible, y habría podido ser utilizado para manipular objetos y de ayuda en la recolección del alimento.

Pulgares con garras
Detalle de la mano de Iguanodon.
Abajo a la izquierda falange del pulgar encontrada en Maidstone en 1840 (interpretada entonces erroneamente como un cuerno nasal).Una de las características de los iguanodontes es el gran dedo pulgar (dedo I o pollex), cuya segunda falange formaba gran una garra cónica, muy desarrollada y probablemente dotada con una gruesa cubierta córnea.Los pulgares estaban dirigidos hacia fuera, perpendiculares a los tres dedos centrales.

Este pulgar es tradicionalmente explicado como un elemento defensivo contra los predadores o contra otros iguanodontes,aunque pudo usarlo también para partir semillas y frutas.Se ha propuesto también la posibilidad de que la garra estuviera asociada a una glándula venenosa, pero la hipótesis está en entredicho, ya que la falange ni es hueca,ni existe ningún tipo de estría o conducto que pudiera conducir el veneno.

En las reconstrucciones iniciales Mantell confundió la última falange del pulgar con un cuerno que ubicó sobre la nariz; así, con aspecto de rinoceronte, apareció representado Iguanodon en las primeras recreaciones, hasta que se hallaron los ejemplares completos en Bernissart y Dollo se dio cuenta del error, colocando el hueso en el lugar correcto de la mano: un pulgar modificado.[7] Ésta no sería la vez última que la garra modificada del pulgar de un dinosaurio era mal interpretada; Noasaurus, Baryonyx y Megaraptor son ejemplos desde la década de 1980, cuando las garras agrandadas del pulgar fueron puestas en el pie, como en los dromeosáuridos.

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